No soy un espectáculo:

La feminidad va más allá de la apariencia.

 


Muchas veces, sobre todo en redes sociales, nos encontramos con situaciones que confunden nuestra identidad con un fetiche o un objeto sexual. En mi caso, como Cross, muchos piensan que estar vestida, maquillada o producida significa que estoy disponible para cualquier deseo de los demás, que estoy corriendo detrás de un encuentro sexual. Nada más lejos de la realidad.

 

Mi feminidad no depende de lo que otros esperan de mí, no nace de estar “a disposición” para agradar o complacer sexualmente. Nace de cómo me siento, de cómo me cuido, de cómo me presento ante la vida y de cómo elijo sostenerme con fuerza y autenticidad, incluso en los momentos difíciles. Sí, disfruto vestirme, maquillarme y sentirme mujer, pero eso no convierte mi identidad en un espectáculo para otros.

 

Creo que es importante comprender que ser mujer, ser trans, travesti o Cross va mucho más allá de la apariencia externa. La feminidad está en nuestras elecciones, en cómo nos sostenemos, en cómo nos respetamos y en cómo hacemos que nos respeten. No necesitamos validación a través de la mirada sexual de alguien más.

 

Y esto no es exclusivo de quienes somos Cross; muchas mujeres viven lo mismo, ser tratadas como un objeto o como un entretenimiento sexual por el simple hecho de mostrarse elegantes, finas y sexys. De gustar o de cuidar su apariencia y expresiones femeninas. Es una experiencia que invisibiliza nuestra esencia, reduce nuestra identidad a una fantasía y olvida que detrás de la imagen hay una persona con emociones, deseos, sueños y límites.

 

Mi invitación es simple: reconocer nuestra feminidad desde adentro, no desde la mirada de otros. Respetarnos, elegirnos y entender que nuestra esencia no está a la venta. Solo así podemos reivindicar nuestro poder y nuestra libertad, y también inspirar a quienes nos rodean a mirarnos con respeto y comprensión.

 

Yo, Sabrina. Lo que quiero expresar es que mi feminidad hoy tiene más que ver con la confianza que tengo en quién soy, con cómo enfrento la vida, en mis decisiones, en cómo me relaciono con los demás y en cómo abrazo mi lado sensible y fuerte a la vez. No necesito validarla porque está dentro mío; es algo tanto interno como externo.

 

Vestirme, maquillarme, producirme… claro que me gusta hacerlo, me encanta, lo disfruto mucho. Y también en mi intimidad, de hecho, la ropa interior femenina es la que más utilizo.

 

También me gusta un maquillaje muy sutil y suave; no busco que se note para los demás, sino que disfruto la sensación del maquillaje en el rostro. Todo acompañado de los cuidados que llevo por mi tratamiento dermatológico, que son diarios, igual que todos los cuidados íntimos. También cuidarme con la comida, hacer ejercicio y continuar con los ejercicios de meditación y demás que me hacen bien.

 

Ahora, al estar separada y vivir sola, mis prendas de entrecasa son femeninas, donde predominan las calzas y vestidos cómodos y sueltos. Pero eso no es lo que define mi identidad. Mi feminidad está en cada elección, en cómo cuido de mí, en cómo amo, en cómo me sostengo en momentos difíciles. Es mucho más que tacos, maquillaje y sexo. Mi feminidad está en mi forma de ser y en mi actitud. Está en cómo me planto frente a la vida y las situaciones. La ropa y el maquillaje son un complemento, no la base.

 

¿Por qué sigue existiendo esta confusión entre identidad y fetiche? La reflexión es para todos, pero sobre todo para quienes nos miran. Mi feminidad no es un espectáculo. Es un silencio que se lleva dentro, una fuerza que no necesita aplausos. Y cada una, a su modo, sabrá cómo dejarla brillar.


Sabrina.

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