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Entre dos mundos, la simplicidad de comprender.
Vivimos en una sociedad que dice avanzar, pero aún arrastra prejuicios y normas rígidas sobre quiénes debemos ser. Las etnias, la identidad, el género y la experiencia de cada persona a veces chocan con estos estándares que generan conflictos, molestia llegando casi siempre al dolor.
Esta reflexión me surgió mientras
miraba una película que me encanta. Contacto, de Carl Sagan. Es
la historia de Ellie Arroway, una brillante científica que dedica su vida a
buscar señales de vida extraterrestre. Un día, capta un mensaje proveniente del
espacio que contiene instrucciones para construir una misteriosa máquina. En
medio de tensiones políticas, religiosas y científicas, Ellie se enfrenta al
dilema entre fe y evidencia, razón y sentimiento. La película explora el
contraste entre lo que podemos demostrar con pruebas y lo que experimentamos de
manera íntima, como el amor, la fe o la identidad.
De esta película surge de la escena,
donde Ellie y Palmer Joss, un teólogo asesor del presidente. Se encuentran en
una fiesta y salen a charlar y nos muestran la diferencia entre lo que podemos
probar y lo que sentimos. Haciendo mención a lo que me llamo la atención, “El
Ocamismo”
Ahora… ¿qué es el Ocamismo? Esta
palabra viene de Guillermo de Ockham, un filósofo medieval. De ahí sale la idea
de la “Navaja de Ockham”, que dice que: “La explicación más sencilla suele
ser la correcta, siempre que explique lo mismo que una más complicada.” Es
un principio que se usa mucho en filosofía, ciencia e incluso en la vida diaria
donde la diversidad de experiencias enfrenta la resistencia de costumbres
arraigadas, y nos ayuda a no enredarnos con explicaciones rebuscadas.
Volviendo a la escena, donde Ellie le
pregunta a Palmer si sabía lo que era el Ocamismo y lo que me encanta de ese
momento es que pone en evidencia la diferencia entre lo que podemos
probar y lo que sentimos
Ellie
intenta llevar la fe a un terreno científico:
“Que es más creíble. Un todo poderoso y misterioso dios decidió crear el
universo y decidió no dar prueba de su existencia. O, que simplemente no
existe. Nosotros lo creamos, para no sentirnos tan pequeños y solos.”
Palmer
contesta: “No lo se. No imagino vivir en un mundo donde Dios no exista…”
Ella
replica: “¿Cómo sabes que no te estas engañando? En cuanto a mí, necesito
pruebas.”
Palmer, responde con otra pregunta,
más personal: “¿Amabas a tu padre?”
Ellie algo confundida contesta: “si,
y mucho”
Palmer concluye: “Pruébalo”.
El mensaje es brutal, hay cosas en la
vida que no necesitan pruebas objetivas para ser reales en
nuestra experiencia. El amor, la fe, la esperanza, la conexión con los demás son
verdades subjetivas, que no se pueden medir ni demostrar, pero
existen y nos transforman.
Todos tenemos dualidades
Algunas personas sienten que habitan
dos realidades a la vez. la que la sociedad espera y la que sienten
internamente. Esto puede generar miedo, culpa o conflicto, pero también creo
que ofrece una perspectiva más rica y profunda de la vida, enseñándonos a
valorar la autenticidad de cada experiencia.
La película también muestra cómo la
dualidad se vive en situaciones extremas. Luego de descubrir que, dentro de ese
mensaje codificado, se encontraban planos para construir una especie de máquina
o transporte, pronto se pusieron no solo fabricarlo, sino a formar un comité
para elegir quien viajaría.
Palmer, como teólogo y siendo asesor
del presidente también es parte de ese comité para elegir a la persona correcta
para la travesía. Por eso a escondidas de los demás miembros cita a Ellie en el
parque para charlar y demostrando cuales son sus sentimientos hacia ella y su
miedo a perderla, cuestiona su decisión de tal osado viaje.
Palmer mirándola a los ojos le dice:
“tú estás dispuesta a morir, ¿por qué?”
Ellie contesta mirándolo seria: “Porque
desde que tengo memoria estoy buscando una razón para estar aquí, quiénes
somos. Y si es una mínima parte para conocer la respuesta… creo que vale la
pena una vida humana. ¿Tú no?”
En esta escena, Ellie se muestra valiente,
curiosa, idealista y profundamente racional. La contestación que le
brinda en el parque, dice algo que es casi filosófico y aquí creo que demuestra
su dualidad, valentía vs incertidumbre, idealismo vs riesgo
personal. Ella sabe que su misión puede costarle la vida, pero su búsqueda de
sentido la impulsa.
Ya frente al comité, ella demuestra su
interés y entusiasmo. Respondiendo todas las preguntas favorablemente, honesta.
Respondiendo como científica, basándose en evidencia empírica, hasta que llega
una última pregunta, la del asesor teólogo del presidente, Palmer Joss.
Cuestionando nuevamente, se podría decir, la ciencia versus fe, preguntándo:
“Doctora Arroway , ¿usted se considera una persona, espiritual?
Ella desconcertada responde: “No
entiendo el objeto de la pregunta, me considero una persona moral.”
Y Palmer arremete de nuevo: “¿usted
cree en dios?”
Ellie, con mirada de desconcierto
responde: “Como científica, creo en la evidencia empírica y en este caso no
creo que haya datos relacionados. Y no entiendo la importancia de la pregunta”
Mientras que otro miembro del comité
se dirige a Ellie manifestando: “El 95 % de la población mundial cree en un ser
supremo de alguna forma, y eso hace que la pregunta sea más importante.
Ella abatida y con un evidente y
profundo dolor contesta: “Me parece que, ya respondí a la pregunta.
Ante el comité, Ellie respondió como científica, basándose en evidencia empírica. No cree en Dios porque no hay datos que lo respalden. Pero el comité representa la presión social y cultural; necesitan de alguien que refleje la fe de la mayoría, aunque eso implique decir lo que no se siente, cosa que si hizo su contrincante, David Drumlin, que encarna esa adaptación a lo que la sociedad espera, y dice lo que el comité quiere escuchar para ser elegido, sacrificando su verdad personal.
Luego Palmer le explica a Ellie, que
el comité necesitaba alguien que “hablara por todos”, y no podía ser alguien
honesto y votar por una persona que no creyera en Dios. Alguien que, de corazón
crea que el otro 90% de las personas sufre de una alucinación masiva. Acá se
muestra la tensión entre verdad personal
y expectativas sociales, idealismo y pragmatismo, integridad y la injusticia de
la realidad. Ella solo respondido con lágrimas: “dije la verdad ante todos.”
Mas adelante Ellie se encuentra con
David y este le dice: “Se que debes pensar que esto es muy injusto. No debería
decirlo. Lo que no sabes es que estoy de acuerdo. Quisiera que el mundo sea
justo al final donde el idealismo que mostraste en la audiencia se recompensara
en lugar de aprovecharlo. Por desgracia no vivimos en ese mundo.”
Ella lo mira con una sutil sonrisa contestando:
“Que curioso. Siempre pensé que el mundo es lo que hacemos de él.”
Creo que toda esta parte refleja
muchísimas capas sobre la dualidad humana, la tensión entre
idealismo y realidad, ciencia y fe, verdad personal y expectativas sociales, y
creo que la respuesta final de Ellie lo resume, “Siempre pensé que el
mundo es lo que hacemos de él.” es un ejemplo claro de cómo mantener nuestros
valores internos, incluso cuando la sociedad no los recompensa.
Todos vivimos con dualidad,
entre lo que sentimos y lo que la sociedad espera, entre lo que creemos y lo
que podemos demostrar, entre idealismo y pragmatismo. La verdad personal y la búsqueda
de sentido tienen un valor esencial, aunque no sean recompensadas o
reconocidas. La integridad y la valentía se mantienen incluso frente a la
injusticia y la presión social. Por eso pienso que la dualidad no es un error,
es parte de la experiencia humana.
Respeto a la diversidad y la
identidad
La Navaja de Ockham, me trajo a lo
siguiente. A un caso como el de personas trans enfrentando negación por su
identidad, que muestran que el reconocimiento y la validación no dependen de la
biología. Y un ejemplo reciente es el de Daniela Vallejo
Capitán, Miss Trans España 2025, quien en plena entrevista en
directo fue tratada como “señor”, negando su identidad femenina. Daniela
respondió con firmeza, pero este hecho reflejó cómo aún hoy se sigue intentando
reducir a una persona trans a cromosomas u órganos genitales.
La Psicóloga y Sexóloga Ester Álvarez
Guillen, - y mi amiga - lo explicó en una publicación que realizo luego
de que fuera atacada, solo por el hecho de escribir a favor de Daniela donde
expresa lo siguiente:
“…No he parado de recibir
respuestas llenas de odio y basadas en cromosomas. A estas alturas del siglo
XXI, en que la ciencia ha avanzado tanto, no es posible tener aún visiones tan
reduccionistas. Estamos hablando de seres humanos que se suicidan o terminan
asesinados. Las personas trans no hacen daño a nadie, lo hacen las guerras y el
odio. Vamos a parar con los discursos de odio y vamos a respetar a los seres
humanos…”
Su texto es muy potente
porque mezcla lo personal con lo social y lo político, pero sobre todo porque
pone el acento en algo clave para mí, “la humanidad”. Ella no
se queda en el debate de cromosomas o biología, sino que lleva la conversación
al plano que realmente importa y es la dignidad, el respeto y la vida de las
personas trans y de toda la comunidad LGTBIQ+.
Aquí, como la película Contacto,
la dualidad y la empatía, se enlaza perfecto con el mensaje de Ester. Porque al
final, como decía Palmer a Ellie, hay cosas que no se pueden probar, pero eso
no significa que no sean reales. La identidad, la vivencia del propio género,
el amor, el miedo, la esperanza, todo eso no necesita demostración
científica para existir.
¿Como podemos verlo desde el Ocamismo?
Si
bien el "Ocamismo emocional" no es un término que este establecido,
su significado podría aplicarse al principio ocamista de enfocarse en lo
particular y no en universales para comprender y gestionar las experiencias
emocionales
Si lo aplicamos a la diversidad
cultural y a la discriminación en general, la enseñanza a mi parecer es clara.
No hace falta construir teorías rebuscadas ni prejuiciosas para justificar la
exclusión.
Explicación
prejuiciosa: “Las personas migrantes vienen a quitarnos el
trabajo.”
Explicación simple (Ocamismo):
“Son personas que buscan una vida mejor, como cualquiera lo haría.”
Explicación
prejuiciosa: “Esa cultura es inferior porque no vive como la
nuestra.”
Explicación simple
(Ocamismo): “Cada cultura tiene formas distintas de vivir,
ninguna es superior.”
Explicación
prejuiciosa: “Eres un hombre. El que seas trans, travesti o
quieras sentirte mujer no te hace una mujer. No te trataré como tal y no te
diré ni señora ni señorita.”
Explicación simple (Ocamismo):
“Es una persona que se reconoce y vive como mujer. Lo más sencillo y humano es
respetarla y dirigirme a ella en femenino.”
Este ejemplo es una llamada de
atención, no se trata de competir sobre quién sufrió más, sino de respetar
la vivencia de cada persona y su derecho a sentirse y ser reconocida como es.
tampoco se trata de biología, sino de humanidad. Negar la
identidad de alguien es negar su dignidad. Y cuando se niega la dignidad, se
abre la puerta al odio, la violencia y la exclusión.
Aplicando el Ocamismo, podemos decir
que lo esencial es simple; todas las personas merecen dignidad y
respeto, sin importar su origen, color de piel, religión o identidad.
Nos puede ayudarnos a simplificar nuestra mente y no enredarnos en discusiones
interminables sobre quién tiene razón o quién sufrió más. Aceptar y validar la
experiencia del otro, aunque no la compartamos o no la entendamos por completo.
Y evitar complicar lo que podemos entender de manera sencilla; y reconocimiento
de la identidad son pasos simples pero poderosos.
No significa negar la complejidad de
la vida, sino evitar el reduccionismo cruel. No se trata de simplificar para
invisibilizar, sino de quitar lo innecesario hasta quedarnos con
lo esencial. la humanidad compartida.
¿A dónde quiero llegar con esta reflexión? Que no se trata de elegir entre ciencia o fe, biología o identidad, razón o sentimiento. Se trata de abrir espacio para que cada persona viva su verdad, mientras nosotros simplificamos nuestra mente, dejamos de juzgar y ejercemos empatía. Porque la verdadera conciencia social comienza cuando respetamos la experiencia del otro, incluso si no la comprendemos totalmente.
La Navaja de Ockham no nos pide negar la complejidad de la vida, sino cortar el ruido de los prejuicios. Lo esencial es simple; todas las personas merecemos vivir con dignidad, respeto y empatía. La diversidad, la fe y la identidad no son ecuaciones matemáticas, son experiencias que, aunque no siempre puedan probarse, se viven con la misma certeza con la que Ellie amaba a su padre.
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