Cuando el cansancio ya no entra en el cuerpo

“No me fui, solo aprendí a soltar”

 

Cierro un ciclo, abro un nuevo camino: 

Hoy me detengo a escribir con una mezcla de emociones difíciles de nombrar, pero necesarias de abrazar. Esta semana recibí el alta de mi terapeuta, y aunque sé que es un buen signo —que estoy más entera, más clara, más fuerte— también siento ese nudo en el pecho que aparece cuando algo importante llega a su fin. 

Comencé la terapia buscando respuestas para mi relación de pareja. Estaba atravesada por la incertidumbre, la espera, la necesidad de comprender por qué sentía que algo ya no encajaba, aunque no sabía cómo nombrarlo. 

En el camino, descubrí que no todo se trataba de los otros. Que también había mucho dentro mío que necesitaba ser ordenado, mirado, entendido. Aprendí a respirar antes de reaccionar. A sostener el silencio sin sentir que era un castigo. A esperar distinto. Y, finalmente, a soltar con conciencia. 

El proceso no fue lineal. A veces sentí que avanzaba, otras que me estancaba. Pero cada sesión dejó una semilla. Algunas germinaron rápido, otras solo ahora comienzan a florecer. No hablé de todo —hay partes de mí que decidí seguir trabajando en mi propio espacio—, pero aun así, sentí que fui escuchada. Que fui acompañada. Que fui mirada con respeto. 

Y eso me permitió mirar(me) con nuevos ojos. 

Hoy no solo cierro una etapa de acompañamiento profesional. También cierro un ciclo emocional que durante mucho tiempo me tuvo en pausa. Dejé de esperar que el otro regrese. Dejé de pedir señales. Dejé de cargarme con culpas que no me pertenecen. 

Solté sin destruir.

Solté sin olvidar.

Solté para preservar lo que hubo de bueno y para cuidar de mí. 

Y aunque algunas preguntas queden sin responder, sé que las herramientas están conmigo. Que no necesito tener todas las certezas para caminar con seguridad. 

Hoy abrazo esta nueva versión de mí, más liviana, más consciente, más fiel a quien soy, con todo lo que eso implica. Porque una vez que cerramos un ciclo, no siempre significa que nos vamos. A veces, cerrar un ciclo es dejar de esperar lo que ya no será, y aun así, quedarse presentes desde otro lugar. Con otra energía. Con amor, pero sin aferrarse... 

Ya no espero, pero no me voy:

A veces el amor no se va. Se transforma.

Después de una profunda charla íntima, de esas que no se planean, pero dejan huella, de verla mirarme con esa mezcla de ternura y distancia, entendí algo que ya venía sintiendo; la amo, pero no como antes. La amo, pero desde otro lugar. Desde la aceptación. Desde el respeto. Desde el silencio.

Ya no la espero con ansiedad. Ya no espero que todo vuelva a ser como antes, porque sé que eso no va a pasar. Y lo acepté. Me costó, sí, pero aprendí que seguir esperando lo que no llega es quedarme detenida en un lugar que duele.

Pero tampoco me voy del todo. Sigo acá, acompañando. No porque no pueda soltar, sino porque elegí hacerlo desde el amor, no desde el enojo ni el reproche. Porque hay una historia entre nosotros que merece ser cuidada. Porque nuestra hija también es parte de esto. Porque sé que, aunque los caminos cambien, los vínculos verdaderos no se rompen; se reconfiguran.

Sé que dice que no le tiene miedo a la soledad. Y quizás sea cierto, pero en su mirada hay algo que
tiembla. Quizás porque ya perdió demasiado. Sus padres y la lejanía de su hermano. Y ahora yo; y,
que esta distancia, aunque necesaria, también te hace ruido. Lo veo, lo siento y tal vez no me vaya del todo, pero ya no estaré bajo el mismo techo, eso pesa; lo sé y aun así no puedo seguir esperando que decida por los dos. 

Hoy mi terapia llega a su fin. Me dieron el alta. Pero lo más importante no es el alta médica, sino el alta emocional. Me di cuenta de que crecí, de que aprendí a soltar sin soltarte por completo. Aprendí a amarte sin necesitarte. Aprendí a ver que este amor no fracasa por cambiar de forma. Pero lo que verdaderamente se cierra es otra etapa; la de esperar sin actuar, la de quedarme en pausa. Hoy elijo seguir caminando, con amor y con paz. 

No dijiste “te amo” - me señalo… Y tiene razón. No lo dije en esa charla. Pero lo estoy diciendo ahora, con todo esto que escribo, con cada decisión que tomo desde el cuidado, con cada paso que doy para no hacerte daño. Es cómo elijo cuidarte incluso sin estar. Pero ya no desde la espera, sino desde una libertad nueva, más honesta y más madura. 

Porque a veces, amar también es saber cuándo soltar sin desaparecer. Y por eso, aunque el amor siga, el que espera… ya no soy yo.

 

 

Comentarios