Cuando el cansancio ya no entra en el cuerpo

Momentos

 

"Lluvia tras el vidrio"

El murmullo de la lluvia golpea suavemente el vidrio de la oficina, y por un instante me permito detenerme. Afuera, la ciudad parece haberse tomado una pausa, y yo también lo hago. La taza de té en mis manos es el único punto de calor en medio del día gris. ¿Cuántas veces me he sentido como la lluvia, cayendo sin rumbo, dejando que todo fluya sin resistencia?

Siempre me gustó la lluvia. Tiene algo de hipnótico, de silencioso y poderoso a la vez. Es como si el mundo se limpiara un poco con cada gota, como si el ruido de siempre bajara el volumen por un rato.

Hoy me siento así, en pausa. No triste, pero sí con ganas de detenerme, de respirar hondo y dejar que el agua siga su curso. A veces nos pasamos la vida corriendo detrás de cosas que tal vez no importan tanto, y cuando llueve, es como si todo me recordara que está bien frenar un poco.

Me gusta la sensación de estar adentro, con un mate caliente en la mano, viendo cómo todo se moja allá afuera. Me hace sentir segura, pero también me deja pensando en cuántas veces he querido resguardarme de cosas que, quizás, tenía que enfrentar.

La lluvia sigue cayendo, pero ahora la veo desde otro lugar. Ya no es el vidrio de la oficina, sino el de mi casa. Aquí, la pausa más natural.


Ahora, el día terminó. Cierro la puerta detrás de mí y, por fin, el ruido del mundo queda afuera. Me quito los zapatos, y con los pies descalzos camino sobre el suelo frío, todo parece calmarse y dejo escapar un suspiro largo. No es solo cansancio, es una mezcla de todo lo que cargué hoy; trabajo, responsabilidades, conversaciones que me agotaron, pensamientos que no me dieron tregua. Afuera, la lluvia sigue su curso, pero aquí dentro, el silencio me pertenece. Me acerco y miro mi reflejo en la ventana. Ya no hay prisa, no hay exigencias. Solo yo y el instante que me permito habitar.

Me preparo el mate y me visto con ropa cómoda. Me gusta este momento, cuando el silencio me pertenece y la única compañía que necesito es la mía. Me acerco y observo mi reflejo en el vidrio, con mi jardín mojado por la lluvia extendiéndose detrás, y pienso en todo lo que pasó en el día.

A veces me pregunto si el esfuerzo vale la pena, si estoy en el camino correcto, si alguna vez alcanzaré todo lo que deseo. Hoy me preocupé por cosas que quizás mañana ya no importen tanto. Soñé con un futuro que aún no llega. Me debatí entre lo que quiero y lo que debo hacer. Y ahora, en este instante, me doy cuenta de que la vida no se detiene por mis dudas.

Tomo un sorbo del mate y dejo que el líquido caliente me devuelva al presente. No todo tiene que resolverse hoy. No tengo que tener todas las respuestas. Solo necesito este momento. Para respirar. Para sentir. Para recordarme que sigo aquí, que sigo avanzando, que cada día, incluso los difíciles, me llevan un paso más cerca de lo que quiero. 

Mañana la lluvia cesará, las calles volverán a llenarse de pasos apurados y yo volveré a la rutina. Pero esta noche, solo me dejo existir, como la lluvia, sin necesidad de ser más que lo que soy en este preciso momento.

 


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