Cuando el cansancio ya no entra en el cuerpo

El equilibrio entre cuidar y cuidarme: Reflexiones hacia el fin de año

El fin de año siempre nos trae una mezcla de emociones, el peso de lo vivido, las ausencias que se sienten más fuertes, las incertidumbres que nos acompañan y los silencios que a veces duelen más que las palabras. Este año, en particular, me encuentra transitando un camino complicado. Estoy aquí, acompañando a quienes quiero, pero muchas veces sintiéndome agotada, como si estuviera sosteniendo todo sin saber exactamente hacia dónde voy. 

Veo a mi pareja sumergida en su proceso, buscando consuelo en lo espiritual, en lo holístico. Y aunque me alegra verla enfocada en algo que le hace bien, no puedo evitar sentir que su dolor, sus silencios y todo lo que no dice terminan reflejándose también en mí. A veces me encuentro siendo una presencia invisible a su lado, casi como una "planta," pero sigo ahí. 

No me gusta admitirlo, pero hay días en los que simplemente quiero dejar todo y desaparecer. Volver a ese "bolso" – del que siempre hablo con mi psicólogo – donde mi vida parecía caber por completo, y solo irme. Pero esta vez no puedo. Esta vez está mi hija, que es el ancla que me mantiene en el presente. Y también estoy yo, Sabrina, que en este proceso me he vuelto mi propia aliada, mi refugio y mi fuerza. 

Aprendí a reconocer que no puedo controlar lo que sienten los demás, ni sanar sus heridas, pero sí puedo cuidarme a mí misma. Y en esos momentos de agotamiento, de "no dar más," he encontrado mis propios refugios, la casa de la costa, mis momentos para el gimnasio y meditaciones, la escritura y la lectura como también volver a tocar la guitarra y esos pequeños detalles que me devuelven a mí. Porque si no me cuido yo, ¿quién lo hará? Puedo estar para los demás, pero sin olvidarme de estar para mí. Puedo acompañar, pero sin cargar lo que no me pertenece. Puedo abrazar mi dualidad y permitirme ser Sabrina sin culpa, porque ahí encuentro equilibrio, claridad y una nueva forma de mirar mi realidad. 

El fin de año no tiene que ser una carga, aunque a veces lo parezca. Puede ser un momento para detenerme y agradecer lo que sí logré, aunque no lo pueda compartir con las personas que quiero. también, el solo hecho de sostenerme cuando todo parecía derrumbarse. Porque en medio del agotamiento, sigo estando de pie. 

"No siempre puedo cambiar la situación que me rodea, pero siempre puedo elegir cómo me relaciono con ella." 

Así que, este fin de año, elijo recordar que no estoy sola, que tengo mis herramientas, mis refugios y, sobre todo, mi propia fuerza.

 

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