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Mi camino hacia el autodescubrimiento comenzó en un momento de crisis, buscando herramientas para lidiar con los problemas en mi relación de pareja. Al principio, mi enfoque era puramente práctico y terrenal, buscando respuestas dentro del ámbito del psicoanálisis convencional. Pero en el proceso, algo dentro de mí comenzó a cambiar. Lo que inicialmente parecía un problema de pareja me condujo a una transformación más profunda. Poco a poco, dejé de ser el agnóstico que alguna vez fui y empecé a inclinarme hacia lo holístico y lo espiritual. Empecé a encontrar en la meditación y en la introspección herramientas poderosas que me conectaban con partes de mí que hasta entonces había ignorado. Este viaje ha sido mucho más que una búsqueda de soluciones externas; ha sido un camino de reconciliación conmigo misma.
En este proceso de descubrimiento y sanación, elegí llevar el nombre de Sabrina, no como una casualidad, sino en honor a una figura que ha tenido un significado especial para mí. Sabrina fue una amiga muy cercana, alguien con quien compartí una conexión profunda y que, me ayudó en un momento muy difícil de mi vida en la que me encontraba solo. Sin embargo, Sabrina ya no está en este plano. Hace 13 años, falleció, y su ausencia me dejó un vacío que, hasta hoy, siento en mi vida. Pero más allá de su partida, siento que su energía, su espíritu, ha seguido conmigo, acompañándome en cada paso de este viaje. Elegí su nombre porque, de alguna manera, siento que su esencia vive en mí, que, a través de Sabrina, puedo conectar con mi feminidad de una manera auténtica, honrando no solo su memoria, sino también lo que ella significó para mí.
Mi "Casa Susanna" no es un lugar perdido en las montañas, como aquel refugio de los años 60 donde otros, como yo, encontraban una manera de ser quienes realmente eran en un mundo que no los comprendía. Mi "Casa Susanna" es mucho más cercana y personal. Es la cabaña que construimos con mi esposa, con la ilusión de que fuera nuestro refugio familiar, pero con el tiempo, ha adquirido un significado mucho más profundo para mí. Se ha convertido en mi santuario, un rincón de la costa donde Sabrina puede liberarse y donde la dualidad que llevo dentro encuentra su equilibrio.
Cada vez que cruzo el umbral de esa cabaña, dejo atrás las expectativas de quienes me rodean. Allí, rodeada del sonido del viento, el aroma a salitre y el incesante vaivén de las olas a lo lejos, Sabrina no solo puede ser libre, sino que encuentra un espacio donde su feminidad se manifiesta sin restricciones. Es en ese lugar, donde puedo reconectarme con la esencia más pura de quien realmente soy.
En ese rincón tan especial, los recuerdos fluyen. Recuerdo vívidamente a mi tía, la figura que, sin saberlo, fue una guía en mi camino hacia donde estoy hoy. Gracias a la meditación que realicé durante uno de mis viajes a la costa, pude desbloquear recuerdos de mi infancia que habían permanecido ocultos por años. Esas tardes con mi tía, cuando yo la observaba mientras se preparaba para sus clases de danza, cuando la veía arreglarse con una gracia innata, dejaron una marca profunda en mi ser. Compartíamos mucho más que una habitación; compartíamos una conexión que, ahora lo sé, estaba destinada a despertarme hacia esta verdad que siempre estuvo dentro de mí.
En este mismo viaje a la costa, visité el lugar donde descansan las cenizas de mi abuela. Fue un momento profundamente emotivo, donde sentí su presencia más fuerte que nunca. A través del sonido del viento y el mar, pude conectar con su energía, recordando todo lo que ella significó en mi vida. Esta visita me brindó una especie de cierre emocional, pero también una apertura hacia una conexión espiritual más profunda. Sentí que mi abuela, desde donde esté, sigue acompañándome y guiándome en este camino.
La cabaña también me ha ofrecido un espacio para pensar sobre mi relación con mi pareja.La incertidumbre que atraviesa nuestra relación me pesa, y es aquí, en este entorno sereno, donde puedo procesar lo que estamos viviendo. La tranquilidad del lugar me permite reflexionar sobre cómo quiero manejar esta situación, sin intentar controlar las decisiones de ella, sino aceptando lo que venga con fortaleza y serenidad. Aquí, encuentro claridad en medio del caos que a veces envuelve nuestra relación. Lo más importante para mí es proteger el bienestar y la salud mental de nuestra hija. Ella es mi prioridad, y en este lugar me encuentro a mí misma tomando decisiones no solo pensando en mí, sino en su estabilidad y felicidad.
Las conversaciones que tuve con “M”, también me han ayudado a encontrar este equilibrio. En nuestras sesiones de tarot terapéutico, las cartas de la templanza y la sacerdotisa fueron las que más resonaron conmigo. La templanza me habló de la importancia de mantener la calma y el equilibrio en medio de la incertidumbre, un recordatorio de que, aunque los desafíos existan, siempre puedo encontrar paz en mi interior. La sacerdotisa, por su parte, reflejó mi conexión con lo espiritual, con lo oculto dentro de mí, y con la sabiduría interna que Sabrina representa. La calma que encuentro en este lugar me lleva a reflexionar sobre los mensajes del tarot: la necesidad de paciencia, de integrar mis emociones, y de permitirme ser quien soy sin temor al juicio externo.
“R”, con su mirada profunda
y su vasta experiencia en el ámbito holístico, me ha alentado, incluso sin que
ella supiera, a continuar en este viaje hacia mi autenticidad. En nuestras
conversaciones, hemos abordado cómo la dualidad no es una carga, sino una
verdadera riqueza espiritual. Para quienes la experimentan, la dualidad no es
simplemente una cuestión de género, sino una expresión del alma. Sin poder
expresárselo completamente, “R” me ha ayudado a entender que mi lado femenino
no es solo una cuestión de apariencia o identidad externa, sino una parte
esencial y profunda de mi ser que necesita ser reconocida y vivida plenamente.
Recuerdo cuando “R”, con su calma y sabiduría, me dijo que a veces es necesario dejar ir a quienes amamos para encontrar paz. Sabrina, en su momento, decidió tomar un camino difícil y doloroso, una partida que dejó una herida profunda en mí. Aunque ella me aconsejaba dejarla ir, yo he decidido honrar su memoria y el impacto que tuvo en mi vida. Sabrina es una parte de mi alma que sigue viva, no por aferrarme a su dolor, sino por la luz que trajo mientras estuvo conmigo. Honrarla significa reconocer lo que fue, permitiendo que su energía siga presente en mi vida de una manera positiva, dándole el espacio y el lugar que siempre ha merecido, desde el amor y el recuerdo.
Mi terapeuta ha sido fundamental en este proceso. Aunque aún no le he revelado todo sobre Sabrina, nuestras sesiones me han permitido explorar aspectos de mi identidad que antes permanecían en la sombra. A través de la terapia, he comenzado a ver que la aceptación no solo es de Sabrina, sino de todo lo que soy, de mi vulnerabilidad, de mis deseos y de mis emociones más profundas. El espacio que me ofrece para reflexionar y explorar ha sido esencial para mi proceso de individuación.
El refugio en la costa también me ha ofrecido algo más: un espacio donde siento la presencia de alguien más, una energía que siempre está cerca. Tal vez es Sabrina, esa figura que tanto significó para mí y que, en su partida, dejó un vacío que nunca ha sido llenado del todo. Pero siento que Sabrina nunca se ha ido del todo. Su esencia, su fuerza, sigue viva dentro de mí, guiando cada paso que doy. Ella fue mucho más que una amiga; fue una conexión profunda, y aunque físicamente ya no esté aquí, su presencia es palpable en cada rincón de este lugar. Cuando estoy en la cabaña, la siento más cercana que nunca, como si me estuviera acompañando en este proceso de integración y aceptación de quien realmente soy.
Este viaje hacia mi interior también ha encontrado consuelo en los libros de Brian Weiss. Sus palabras sobre las vidas pasadas, sobre las almas que nos acompañan y sobre las conexiones que trascienden el tiempo, me ofrecen una visión más amplia de mi camino. A veces, cuando cierro los ojos y me entrego a la quietud de la cabaña, siento la presencia de Sabrina, no solo como un recuerdo, sino como una energía viva, que sigue aquí, acompañándome y apoyándome en este proceso, o tal vez una energía de una vida pasada. Lo que sé con certeza es que no estoy sola en este viaje. Estos momentos me recuerdan que la vida es mucho más que lo que vemos en la superficie, y que hay fuerzas invisibles que guían y sostienen este proceso de descubrimiento.
Mi "Casa Susanna"
no es solo una casa; es un espacio donde el tiempo parece detenerse, donde los
años de represión y duda se disuelven, y donde la dualidad que siempre viví se
reconcilia. Aquí, Sabrina no tiene que ocultarse. En este lugar, soy
simplemente yo.
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