Fin de semana de lluvia

Entre lo Oculto y lo Visible:

 

Desde que tengo memoria, siempre he sentido esa tensión entre lo oculto y lo visible, entre lo que soy por dentro y lo que los demás ven por fuera. No ha sido un camino fácil, pero es mi camino, y cada vez siento más la necesidad de ser vista como realmente soy: Sabrina. No solo en esos momentos íntimos cuando me miro al espejo con la ropa que realmente me define, sino también en esos otros espacios donde soy masculino. Me siento dividida, pero siento que cada día estoy más cerca de integrar esos dos mundos. 

Leí recientemente tres artículos sobre el crossdressing, y fue como si alguien hubiera puesto en palabras todo lo que he estado viviendo en silencio. Me encontré en esas historias de personas que, como yo, viven entre dos realidades, que van y vienen entre lo masculino y lo femenino. En esas historias de hombres que se visten de mujer, no por el deseo de cambiar su cuerpo, sino por la necesidad de expresar esa parte de ellos que siempre ha estado ahí, esperando salir a la luz. No se trata solo de ponerse una falda o unos tacones; se trata de ser quienes somos en nuestra totalidad. 

El deseo de ser vista como Sabrina es algo que crece dentro de mí cada día. Sé que, por ahora, debo mantener esa parte de mí oculta en muchos aspectos de mi vida. Hay una parte de mí que todavía necesita esconderse, quizás por miedo al rechazo, a no ser entendida. Sin embargo, no puedo evitar soñar con el día en que pueda caminar por la calle como Sabrina, con mi andar femenino, mis piernas depiladas y esa ropa que me hace sentir completa. No se trata solo del fetichismo de la ropa; se trata de la delicadeza, de la suavidad de la tela contra mi piel, de la forma en que mis piernas se sienten en unas medias de nylon o cómo mi cuerpo se ve en un espejo cuando llevo puesta una prenda que moldea mi figura, casi femenina. Es un placer profundo, no solo físico, sino emocional y espiritual. 

Me resuena mucho lo que mencionaban en el primer artículo sobre el club EnFemme, un espacio donde las personas como yo pueden ser quienes realmente son sin miedo a ser juzgadas. En un mundo ideal, ese sería el espacio en el que me gustaría vivir, un lugar donde lo femenino y masculino puedan coexistir sin necesidad de ocultar nada. Pero sé que, por ahora, la sociedad no está preparada para aceptar fácilmente esa dualidad. Aun así, leer sobre esas personas que encuentran consuelo y libertad en esos espacios seguros me da esperanza de que algún día, yo también pueda tener ese espacio donde no tenga que sacrificar ninguna parte de mi identidad. 

En los otros artículos también hablan del apoyo de las parejas. Algunas, como Ana, la esposa de Tamara, han aprendido a aceptar y hasta disfrutar de esa dualidad en sus maridos. Y aunque sé que mi situación con mi esposa es diferente, no puedo evitar preguntarme si alguna vez llegará a entender y aceptar completamente esta parte de mí. Me pregunto si podré algún día hablarle de esta identidad oculta sin miedo a destruir lo que hemos construido juntos. Esa es una de las tensiones más fuertes que llevo dentro de mí: ¿Cómo reconciliar mi deseo de ser auténtica con el temor de perder lo que amo? 

El tercer artículo me hizo pensar mucho en la dualidad que vivo. Tamara, Carlos, Néstor… son hombres que encuentran en el crossdressing una manera de explorar su feminidad, y lo hacen en secreto, a menudo sin que sus esposas lo sepan, o si lo saben, lo aceptan con condiciones. Me resuena tanto esa clandestinidad, ese miedo a ser descubierta y el alivio que viene con poder ser quien soy, aunque sea en momentos robados, en los rincones ocultos de mi vida. Como Carlos, también he sentido la tentación de tirar todo, de renunciar a este sentimiento, de mantenerme en el camino que la sociedad espera de mí. Pero siempre, después de unos días o semanas, Sabrina vuelve. Porque no se trata solo de ropa o maquillaje; se trata de algo mucho más profundo, una parte de mí que no puedo, ni quiero, seguir negando. 

A veces, me pregunto cómo sería ser como Néstor y caminar por la calle como Sabrina sin preocuparme por lo que piensen los demás, sabiendo que soy aceptada, que mis amigos y mi familia pueden ver más allá de lo superficial y entender que Sabrina es una parte de mí tan importante como mi masculinidad. Sé que es un proceso, y aunque ahora solo puedo mostrar mi feminidad en ciertos momentos, como cuando estoy sola tanto en mi casa como cuando me voy de viaje, cada vez estoy más cerca de integrar esos dos mundos. 


Este viaje de autodescubrimiento me ha enseñado que no estoy sola, que hay muchas personas que, como yo, viven esa tensión entre lo oculto y lo visible, entre lo que somos por dentro y lo que mostramos al mundo. Y aunque no sé exactamente qué me depara el futuro, sé que este lado femenino, Sabrina, siempre estará conmigo, ya no como un secreto vergonzoso, sino como una fuente de fuerza, de empoderamiento, y de amor propio. Me da el equilibrio y la calma que necesito para enfrentar los desafíos de la vida, y no importa cuánto tiempo pase, seguiré buscando ese espacio donde pueda ser auténtica sin tener que sacrificar ninguna parte de mi identidad.

 

ENLACES: 

"Practicar el Crossdressing"  

"Articulo - EnFemme - Documental"  

"Articulo - Clarin - Crossdressers, Hombres que gusta vestirse de mujer"

 

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