Cultivar los buenos recuerdos

Mindfulness, escuchando mi Interior

Hace algún tiempo, sentí que mi vida estaba llena de ruido. Entre las responsabilidades, las emociones que no lograba comprender y el constante ir y venir de los días, mi mente parecía no detenerse nunca. Fue entonces cuando descubrí el mindfulness, una práctica que, aunque sencilla en apariencia, me llevó a uno de los viajes más profundos de mi vida, el viaje hacia mi interior. 

¿Qué significa practicar mindfulness? Mindfulness es mucho más que una técnica; es un estado de presencia. Es detenernos en medio del caos para inhalar profundamente, observar el momento y aceptar lo que está sucediendo sin juzgarlo. En un mundo que parece exigirnos respuestas rápidas y perfección constante, el mindfulness nos invita a ser, simplemente ser. 

Cuando comencé a practicarlo, me costaba mucho dejar de pensar en todo lo que tenía que hacer. Mi mente saltaba de una preocupación a otra. Sin embargo, con el tiempo aprendí que no se trataba controlar nuestros pensamientos, sino dejarlos fluir sin resistirnos. Es como ver pasar nubes en el cielo, no podemos detenerlas, pero tampoco necesitamos perseguirlas. 

¿Cómo comenzó mi viaje? Mi psicólogo me sugirió probar esta práctica en un momento en el que sentía que las emociones me desbordaban. Al principio, pensé que sería algo pasajero, pero pronto me di cuenta de que el mindfulness era mucho más que una herramienta para calmarme; era una puerta hacia mi ser más auténtico. 

Recuerdo la primera vez que realmente me conecté durante un ejercicio de respiración. En esos minutos, sentí como si el mundo se silenciara, y lo único que escuché fue mi respiración y un susurro interno” Ese momento marcó un antes y un después en mi vida. No fue mágico ni perfecto, pero fue real. 

Desde entonces, el mindfulness se convirtió en una práctica constante. No siempre es fácil, pero cada vez que me siento abrumada o perdida, vuelvo a mi respiración. Es mi ancla, mi recordatorio de que puedo estar presente incluso en los días más difíciles.

 

El mindfulness me ha ayudado a: 

-Escucharme sin juzgar.

-Abrazar mis emociones, incluso las más incómodas.

-Encontrar claridad en momentos de incertidumbre.

-Reconocer mi dualidad como una parte esencial de mí.

En mis momentos de práctica, siento que las capas que he construido a lo largo de los años comienzan a desvanecerse, dejando al descubierto mi esencia. Es un proceso de renacimiento constante, de aprender a ser paciente conmigo misma y aceptar que no necesito ser perfecta para ser valiosa. 

Un ejercicio sencillo para comenzar, Si nunca has practicado mindfulness, quiero invitarte a que lo pruebes conmigo. 

-Encuentra un lugar tranquilo.

-Siéntate cómodamente y cierra los ojos.

-Inhala profundamente por la nariz contando hasta cuatro, sostén el aire por cuatro segundos, y exhala lentamente por la boca contando hasta seis.

-Mientras respiras, repite mentalmente: “Estoy aquí, estoy presente.”

-Hazlo durante unos cinco minutos aproximadamente y observa cómo te sientes después.

 

El mindfulness no me ha dado todas las respuestas, pero me ha regalado algo aún más valioso, la capacidad de escucharme, de estar presente y de reconocerme como soy, sin máscaras ni filtros. 

Si estás buscando una manera de encontrar paz en medio del ruido, te invito a probar esta práctica. Quizás, como a mí, el mindfulness también te lleve a descubrir partes de ti que estaban esperando ser escuchadas. Porque al final del día, estar presentes no es solo un acto de autocuidado, es un acto de amor propio.

 

Comentarios